España, mañana... ¡Será Republicana! (*)

Por Carlos Amarilla y Claudio Colombo 

La elección del 1-O y la consecuente Huelga General no son hechos comunes y aislados. Estamos en una situación a nivel mundial que amenaza transformarse decididamente en revolucionaria.  Es que la España “moderna, europea y racional” siempre fue una máscara que tras de ella se ocultó el dolor y el rencor de la derrota de la Guerra Civil Española, una de las más heroicas y sufridas de la Revolución Mundial. Fue un punto de inflexión, porque de haber triunfado hubiera cambiado el curso de la historia y el fascismo quizá nunca hubiese triunfado en Alemania, Francia y gran parte de Europa. Los acontecimientos españoles mostraron lo mejor del espíritu revolucionario, no sólo en la península ibérica, sino a nivel mundial, ya que las Brigadas Internacionalistas quedaron impresas en la memoria y la tradición revolucionaria.

La Revolución dejó muchos aprendizajes, como los que transmitieron Trotsky en “Lecciones de España, última advertencia”, Felix Morrow en “Revolución y Contrarrevolución en España” o el maravilloso “Homenaje a Cataluña” de George Orwell.  En estos textos y otros, quedó claro el papel contrarrevolucionario de los “nacionalistas” catalanes y del pérfido estalinismo.  Estas organizaciones y dirigentes, que ayudaron a consolidar la amarga derrota de la Revolución, que significó la muerte, el destierro y la cruel humillación los sobrevivientes, existen todavía y juegan sus cartas al servicio de la misma política, que no es otra que la de evitar el avance de las luchas de la clase trabajadora y el pueblo de Cataluña y del conjunto del Estado Español.

Decenas de años después del triunfo franquista, la Revolución renace de sus cenizas para mostrarle al mundo que la explotación y la opresión hacia los trabajadores y los pueblos siguen empujando las aspas de lo que sabiamente Carlos Marx denominó “el motor de la historia”, que no es otro que el motor de los procesos revolucionarios, como el que estalló en Cataluña a partir de una nueva explosión de los deseos autonomistas de la mayoría de su población. Las traiciones del PC y las trapisondas de los nacionalistas catalanes que hoy conducen la Generalitat - Pacto de la Moncloa mediante - no han podido frenar el impulso del movimiento de masas, que tarde o temprano vuelve “a las andadas”, siguiendo el hilo rojo de la Revolución inconclusa que retrocedió luego de la derrota de la República, pero reaparece con nuevos bríos a pesar del “Fin de la historia” decretado por los plumíferos de la burguesía y los escépticos de  izquierda.  

Los exilados y exiladas de la República en Argentina y los/as descendientes de estos/as camaradas, formamos, de alguna manera, parte del proceso, razón más que suficiente para involucrarnos activamente, ejerciendo la solidaridad con la lucha por la Independencia del pueblo catalán, que no por casualidad fue uno de los destacamentos de vanguardia en la guerra contra Francos y sus huestes. A pesar de su contundencia, la victoria del franquismo no pudo aplastar la lucha de la clase trabajadora por sus demandas insatisfechas, como tampoco - y mucho menos - la de las naciones que como Cataluña y el País Vasco han sufrido durante décadas a la monarquía infame de los Borbón y el imperio decadente de la España dependiente de otro imperio aún más fuerte, el alemán. 

La prosperidad ficticia de estos años, que hicieron creerles a algunos que pertenecían al “Primer Mundo”, se cayó a pedazos luego de la crisis del Lehman Brothers, cuando las masas del estado español empezaron a darse cuenta que estaban más cerca de los excluidos que se insurreccionaban contra sus dictaduras con la  “Primavera Árabe” que de los verdaderos dueños de la Unión Europea. A la crisis económica que golpeó la calidad de vida y los bolsillos de millones, se sumó el impulso de las grandes luchas por la autodeterminación nacional producidas en otros lugares del mundo, como en Escocia y el Kurdistán, donde millones votaron diferentes plebiscitos a favor de su independencia y cientos de miles combaten armas en mano para lograr su ansiada liberación nacional, como sucede en el norte de Siria o Rojava. 

Hace exactamente tres años, entre el 6 y el 7 de Octubre, millones de kurdos se insurreccionaban en Bakur – el Kurdistán del sudoeste de Turquía – contra el gobierno fascista de Erdogan, reclamando la existencia de un corredor humanitario y militar que les permitiera solidarizarse con sus hermanos y hermanas de Kobane, que luchaban contra las bandas de Estado Islámico. (Leer nota) Esa enorme movilización de los trabajadores y el pueblo del Kurdistán Turco facilitó la victoria de las milicias kurdas en Kobane y, más allá de las políticas conciliadoras de sus conducciones nacionalistas, le dio un impulso fabuloso a la pelea por la autodeterminación, a tal punto que uno de los lacayos del imperialismo - el presidente de la región “autónoma kurda” de Irak, Barzani - se tuvo que poner al frente de un referéndum histórico, en el cual millones votaron a favor de la independencia. 

Lo acontecido en esta región, también denominada Bashur, no es diferente a lo que pasa en Cataluña, donde los dirigentes de la Generalitat, que de revolucionarios no tienen nada, se vieron obligados a motorizar un referéndum que revolucionó España, amenazando con dinamitar el estado monárquico y dar lugar a una nueva configuración de las fronteras nacionales y sociales de la península. ¡Una situación revolucionaria que debe ser aprovechada por los que no tienen nada que perder, salvo sus cadenas…!  En Kurdistán, como Cataluña, son los jóvenes quienes, no por casualidad, están a la cabeza de esta pelea emblemática. Son ellos y ellas los que se han puesto delante de las tareas más duras, como levantar un fusil en Rojava o enfrentar a la guardia civil en Barcelona y otras ciudades de la región. 

Son ellos y ellas, si se apropian de las ideas más consecuentes, las de la Revolución Socialista, quienes podrán llevar la lucha hasta el final, imponiendo la Autodeterminación en el marco de una nueva configuración de las fronteras nacionales, que en vez de dividir a los pueblos los una en Federaciones de Estados o Regiones Autónomas de carácter Obrero y Socialista. Los revolucionarios y las revolucionarias de todo el planeta debemos solidarizarnos con este proceso, realizando acciones de apoyo en todas las ciudades del mundo, además de prepararnos para viajar a concretar este apoyo mediante la puesta en marcha de Brigadas Internacionalistas. Es que la Revolución - que no se acabó con la derrota de la República - resurgió de sus “cenizas”, planteando tareas parecidas a las que se propusieron las organizaciones y dirigentes que se jugaron por el triunfo de la causa republicana, que no era otro que el triunfo de la Revolución Socialista. 

(*) Consigna histórica de la izquierda española y mundial, que plantea la tarea de acabar con la monarquía.

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